jueves, 9 de abril de 2020

Agujero negro de Charles Burns - la fascinación por lo monstruoso

En estos tiempos de confinamiento por la pandemia del coronavirus os traigo una recomendación comiquera que también trata sobre una epidemia: Agujero negro, de Charles Burns. Editado por La Cúpula en 2010.

Quieres conozcáis a Charles Burns sabréis que tiene un estilo de dibujo y de narrar muy reconocible, y que le fascina lo monstruoso. Para quien no lo conozca, añadiré que es un autor de cómic americano que creció en el Seattle en los años 70, que es precisamente donde se ubica esta historia, y que comenzó a publicar en revistas underground como la revista Raw, dirigida por Art Spiegelman (el autor de Maus). También ha trabajado como ilustrador, haciendo portadas para revistas como Time, The New Yorker, y la carátula de un disco de Iggy Pop. Agujero negro se considera una obra clásica del cómic y para mí Charles Burns es un autor de culto, raro, siniestro y misterioso, que hay que conocer, del que aprender.

Vamos a adentrarnos en el agujero...




Argumento


La novela gráfica tiene un lado muy realista y un lado muy siniestro: por un lado, sigue a un grupo de adolescentes americanos en su vida cotidiana (sus inquietudes, sus relaciones, sus fiestas con drogas); y por otro, los personajes se van contagiando de una enfermedad de transmisión sexual que les provoca mutaciones. Los infectados se convierten en parias sociales, muchos tienen que huir de casa y refugiarse en el bosque, muchos acaban muriendo. Sin embargo, los protagonistas del cómic (Keith y Chris) no intentan evitar el contagio, sino que se enamoran de personas que están infectadas y acaban condenados también a ser parte de "los otros".



Sensaciones


Lo que más me llama la atención de este cómic es la atmósfera que transmite. Los escenarios están recreados con todo lujo de detalle, y a través de los diálogos y pensamientos de los personajes podemos saber cómo se sienten. Son adolescentes pero están desencantados con la vida, hay una sensación permanente de angustia, aburrimiento vital, como si no tuvieran futuro, como si el presente no les bastara y buscan constantemente escapar. Sus vías de escape son las drogas y el amor romántico. Tanto Keith como Chris ponen todas sus esperanzas en que el amor les va a salvar de una existencia vacía, y, paradójicamente, es el amor el que les condena, ya que viene acompañado de oscuridad, enfermedad y mutación. Pero, como decía, esa mutación forma parte del atractivo de sus parejas, el autor se recrea en lo monstruoso y por momentos nos lo muestra como algo abyecto y amenazante y, por momentos, le confiere un carácter erótico.





Narrativa


Esto es lo que más me llama la atención de Charles Burns y por lo que siempre lo menciono en mis clases de cómic: su narrativa no-lineal. No nos cuenta la historia en orden, desde el inicio hasta el final. Su estilo se parece más a cómo funciona nuestra mente: hace saltos en el tiempo, flashbacks, premoniciones, se recrea en los sueños y, en este cómic, en los estados alterados de la conciencia por el consumo de drogas o alcohol. Sus collages visuales me parecen verdaderas obras de arte, evocan todo tipo de sensaciones y nos muestran objetos, personas y texturas que han aparecido en la trama o aparecerán más tarde... Desde las primeras páginas ya nos mete en ese estado de ensoñación, cuando Keith (uno de los protagonistas) se desmaya al diseccionar una rana, y tiene una premonición de lo que va a suceder. Las imágenes de cortes y aberturas (la rana, el pie, la espalda de Chris y la vulva, que aparece tapada) se mezclan con una serie de símbolos y texturas.






Otro ejemplo es la pesadilla de Chris (la otra protagonista) en el capítulo siguiente, sueña con una serie de elementos que se repiten a lo largo de cómic: el sexo, las rocas y el mar, serpientes, trozos de carne deforme, el corte en el pie,  cigarrillos, basura... Al despertarse, se arranca la piel (su mutación consiste en mudar la piel como una serpiente) y la tira fuera de la tienda de campaña en la que está. Curiosamente, esto enlaza con la piel muerta que se encuentra Keith en el capítulo anterior. Pero todavía no sabemos cómo ha llegado a infectarse Chris, eso llegará más adelante...









Me gustaron mucho las escenas de sexo de este cómic, son un buen ejemplo de cómo palabras e imágenes se complementan para reforzar la narración. A lo largo del cómic escuchamos el monólogo interior de los personajes, y en el capítulo 3 Chris recuerda la primera vez que se acostó con Rob. Nos hace de narradora y aporta todo tipo de sensaciones que difícilmente se podrían describir con imágenes: los olores, el sonido del viento, el tacto... mientras que las imágenes acompañan perfectamente sus palabras.






Los flashbacks y saltos hacia el mundo onírico suceden con mucha naturalidad, el autor dibuja esas viñetas con una forma de ondas, y también hace que las transiciones resulten muy suaves: a veces el personaje tiene la misma postura en ambas viñetas, otras veces, son las palabras las que producen un encabalgamiento. El resultado de esto es una narración absorbente, que te atrapa y te hipnotiza, y como lectores/as, nos dejamos llevar.




Dibujo


El estilo de dibujo merece una mención especial. Charles Burns tiene un estilo de dibujo a medio camino entre lo realista y lo caricaturesco; no escatima en detalles. Si bien es cierto que los personajes principales tienen un tipo de cara muy parecida (algo que personalmente no me gusta), los personajes de menor importancia tienen más variedad de rostros y tipos físicos. Y si hay algo que lo caracteriza es su talento para lo grotesco, lo abyecto: el cómic está poblado de rostros deformes, cadavéricos, de bichos monstruosos y de carne abierta, anatomía que se muestra de manera cruda. Representa tan bien las texturas que puedes oír crujir la hierba. O a lo mejor es cosa mía. Cada capítulo tiene una portada muy sugerente, con una tipografía distinta según el tema, y es que esta novela se publicó originalmente por fascículos, aunque el autor tenía intención de recopilarlos al finalizar (la serie se publicó entre 1993 y 2004). Viendo algunas de las portadas podéis haceros una idea del nivel de detalle que maneja este dibujante y son precisamente los detalles los que hacen que ese mundo parezca tan creíble y que nos dé la sensación de estar ahí. Por último, todo esto se consolida con un entintado perfecto: tiene un control fantástico de las líneas, del claroscuro. Agujero negro, como su nombre indica, es un cómic muy oscuro; al fin y al cabo esa negrura contribuye a aportar pesadez y dramatismo a la narración. Las masas de negro no dificultan para nada la lectura de las imágenes, al revés, ayudan a realzar las partes importantes sin afectar a la claridad del dibujo.






Conclusión


Os recomiendo al autor en general y este cómic en particular. Me ha conquistado por su atmósfera deprimente y su fascinación por lo monstruoso. No se trata de una historia de terror clásica, para nada... no se trata de que los infectados sean los malos y vayan a comerse a los buenos ni nada por el estilo. En este cómic lo monstruoso no es el enemigo, sino más bien es un reflejo de uno mismo... los personajes que tienen el bacilo pueden evolucionar hacia la maduración personal o bien hacia la locura y convertirse en asesinos... al final es como una metáfora de lo que la sociedad reprime (no es causalidad que se transmita por vía sexual) y por ello rechaza a los apestados... nos asomamos al inconsciente de los personajes a través de las imágenes siniestras que aparecen en sueños y alucinaciones. También conecta con el sentimiento de aislamiento y de malestar adolescente: y al fin y al cabo, los que tienen el bacilo se convierten en "apestados", marginados sociales que ya nunca van a poder tener una vida "normal" - aunque la vida normal tampoco les llenara. Adolescentes que están desencantados con su vida y que se refugian en vías de escape (el alcohol, las drogas, el arte) mientras sueñan con encontrar a la media naranja que les lleve a una vida mejor, ¿quién no empatiza con eso? ;) La estética de Charles Burns es muy parecida a la de las películas de David Cronenberg (Videodrome, Crash, La Mosca, Almuerzo desnudo, M. Butterfly...) y de David Lynch (Eraserhead, Mulholland Drive, Twin Peaks...) y se lo nombra muchas veces como referente de la "Nueva Carne". Si os gusta ese rollo, os invito a leer a Charles Burns. No quedaréis indiferentes.

Os dejo los enlaces de los que he sacado la información y os animo a que, si habéis leído este cómic u otro del autor, o de este estilo, me dejéis un comentario :)