Ha pasado tanto tiempo
desde que fue mi edad dorada:
¡reir con lo más sencillo, jugar,
tener la mente desocupada!
Tampoco soy la que soñaba
con caballeros andantes:
dejé de leer, aprendí
que los hombres son más interesantes.
En 19 años, ¡cuántas guerras he vivido!
Batallas perdidas, batallas ganadas...
¡con los golpes y cicatrices
me hice fuerte ante el enemigo!
Y además, y por eso mismo,
nunca me he sentido tan sola;
mi vida son mis amigos:
nunca nos hemos querido tanto.
A mi edad, casi 20 años ya,
me siento un poco vieja...
me siento como un árbol,
desnudo de hoja caduca,
las ramas cubiertas de hielo
en la intemperie del glaciar...
acércate y verás
cómo florecen sus yemas,
porque este árbol lleva dentro
el calor de la primavera.
¡Óyeme, Mundo, no podrás conmigo;
ni tú, Tiempo, me harás envejecer!,
porque tengo dos flores que no se marchitan:
el amor verdadero y la ilusión de la niñez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario