domingo, 20 de marzo de 2016

18ª clase: Monstruos

Cuando dibujamos cómic, normalmente estamos preocupados por conseguir la proporción, la armonía, una cierta belleza en nuestros personajes. Estas cuestiones nos hacen esforzarnos por dibujar mejor, pero también nos limitan. Por eso, me pareció que podía ser divertido dedicar una clase a dibujar "bichos feos": utilizando la desproporción, el desequilibrio, lo grotesco, lo escatológico y lo siniestro... conceptos que también forman parte del mundo del dibujo pero que suelen reprimirse.

Diseños de goblins para la película del Laberinto (Brian Froud y Terry Jones)


Para mi agrado, los chavales se tomaron el reto con muchas ganas, y no les faltó una gota de imaginación. Me había llevado un libro para inspirarlos de los goblins del Laberinto, fantástica película en la que sale Iggy Pop haciendo de príncipe de los goblins... pero apenas necesitaron referencias porque todo lo tenían en su cabeza. Algunos dibujaron personas deformes, como el ogro de Paula; otros, tomaron animales y los "demonizaron", como el pollo de dos cabezas de Carla (qué yuyu daba!); y otros, simplemente hicieron bichos feos.


Me encantan las cosas que dibuja Carla. Con esa cara de niña buena que tiene, no te imaginas que va a hacer a alguien tirándose de la lengua o a un pollo mutante de dos cabezas...



Paula hizo a dos señores con un solo pie y a un monstruito de la música (nótese el violín y las notas musicales)


Alexander hizo a un bicho que se derretía...


Claudia no estaba muy imaginativa y estuvo cogiendo ideas de los goblins del libro. También dibujó algunas chicas manga con rasgos bestiales. Nótese que los monstruitos de Claudia también tienen ojos manga.


Por mi parte, también me subí al carro de dibujar monstruos. Es muy creativo y ayuda a soltar la mano, lo recomiendo a todos. Básicamente fui juntando diversos rasgos animales o antropomorfos que se me iban ocurriendo e intenté darles una unidad para que surgiera un presonaje. Por ejemplo, el de arriba es un guardia de tráfico que baila dando saltitos sobre su única pata (y lleva frutas colgadas de la señal); y el de abajo es un monstruo hippie con patas de pollo que toca el ukelele.

Creo que para crear monstruos con personalidad, es decir, que no sean sólo un "bicho feo", hay que tener cierto arte para combinar rasgos (que parezca creíble, estéticamente) y para que lo reconozcamos como un personaje (que tenga alma). Queda en manos del dibujante el hacer que el monstruo inspire miedo o  ternura.

De todos los monstruos que creamos en esa sesión, el que más me gustó con diferencia fue el de Mónica, no sólo por su aspecto siniestro a la par que tierno; sino porque le puso nombre y nos contó  la historia del monstruo. Ella hizo el ejercicio de imaginación más completo. Os dejo con el monstuo y con su historia, lo que recuerdo de ella.




Wilfredo tiene cuerpo de bayeta y está lleno de cicatrices. Por las costuras le chorrea sangre. No tiene boca, sino que se alimenta absorbiendo líquido a través de la tela. A pesar de su aspecto, tiene muchos amigos. Trabaja en un restaurante limpiando mesas, las limpia usando su propio cuerpo, que como es de trapo, chupa el agua, aunque luego le chorrea toda la sangre por las costuras y tiene que volver a empezar...