La semana pasada estuve haciendo un ejercicio con los chicos del taller de cómic en el que les pedí que "pintaran la música". Es decir, que les puse música y ellos tenían que representar gráficamente lo que la música les inspiraba (ya fuera de manera abstracta o figurativa). Esa actividad servía como calentamiento para la clase que os traigo hoy, en la que exploramos una de las maneras básicas de representar sonidos en el cómic: las onomatopeyas.
Las onomatopeyas son transcripciones fonéticas de los sonidos emitidos por personas y cuerpos. Varían según el idioma en el que se escriben, y son tantas como sonidos puedas imaginar: el ladrido de un perro (¡guau, guau!), el timbre del teléfono (¡ring, ring!), el zumbido de una mosca (bzzz)... Ahora bien, las onomatopeyas son mucho más que un puñado de letras; no hay que olvidar que ocupan un espacio en la viñeta y que, al fin y al cabo, son grafismos. Así que vamos a ver cómo podemos sacarles el máximo partido. Según Scott McCloud (Hacer cómics), estas son las variables con las que podemos jugar a la hora de hacer onomatopeyas:
- Volumen: mediante el tamaño de la letra, la negrita y los signos de exclamación, podemos dar a entender si el ruido es sutil o es atronador. Por ejemplo, en esta viñeta de Astérix y Obélix, se contrapone un sonido flojito (los tragos de poción mágica) con el estallido sonoro de las cadenas al romperse.
- Timbre: la cualidad del sonido. Si es metálico, hueco, vibrante... se puede jugar con la forma y el color de las letras para representar todo esto, podemos apoyarnos en la sinestesia e imaginar que un sonido es azul o que tiene las líneas zigzagueantes, como el relámpago de Ranma.
- Asociación: la tipografía remite al material que ha producido el sonido. P.ej, en la viñeta de Ranma, las letras del agua parecen estar hechas de agua.
- Composición: el tamaño relativo de las letras, su colocación en la viñeta, su inclinación... todo esto puede servir para representar a dónde va el sonido e incluso su tono. Por ejemplo, si alguien se tira un pedo, con la onomatopeya "PRRRT", lo lógico sería que siguiera la dirección del pedo. Si se tratara de una pedorreta ascendente (como de trompetilla), podríamos hacer que las letras describieran un arco ascendente.
Siempre me ha parecido que los mangas hacían un uso muy artístico de las onomatopeyas. En las lenguas como el chino, el japonés y el coreano, el lenguaje escrito no es fonético, sino ideográfico. Es decir, que no escriben sonidos, sino iconos que representan conceptos. El japonés tiene además unos alfabetos fonéticos (hiragana y katakana) para representar sonidos. En cualquiera de los casos, parece que para los orientales es más fácil ver una letra como un trazo, y hacen un uso muy natural de todas estas técnicas que acabo de describir. Basta con ver esta página del manwha Historias color tierra. Vamos a ver cómo el autor utiliza las letras en coreano para representar la lluvia. En la primera viñeta hay unos truenos, que dibuja con unos caracteres grandes y descendentes. En la segunda viñeta, empiezan a caer las gotas, que suenan con onomatopeyas pequeñitas y ascendentes. En la tercera viñeta, la lluvia descarga toda su fuerza sobre el campo; y para ello utiliza un ideograma bien grande y alargado, negro y con una trama de rayitas, como si la lluvia lo atravesara. No se me ocurre mejor manera de pintar el rumor de la lluvia!
Por último, quiero señalar que no todos los cómics tienen que recurrir a onomatopeyas grandes y llamativas. Si estás haciendo una historia seria, muy realista o minimalista, quizá lo mejor sea representar los sonidos con una tipografía discreta. Pero siempre que quieras añadir un poco de efectismo y sensorialidad a tu cómic, piensa en estas técnicas. Aprovecha los recursos gráficos para hacer que tu cómic suene, que el lector sea capaz de escuchar con los ojos.
Después de explicar esto, les propuse a mis alumnos que hicieran una tira cómica empleando onomatopeyas. Hubo soluciones muy distintas y la mayoría consiguieron hilar las onomatopeyas en una historia breve (los que no, simplemente hicieron una serie de viñetas independientes). El primero en terminar fue Alexander, al que voy a empezar a llamar "la máquina de dibujar", porque siempre termina los ejercicios en la mitad de tiempo que sus compañeros. En esta ocasión, Alexander dibujó a un superhéroe cutre (un tipo recurrente en sus tiras), que se tira muchos pedos y aprovecha el empuje de los pedos para aumentar su velocidad. En la primera tira, intenta robar un banco y al final resulta que el tesoro eran monedas de chocolate. En la segunda tira, intenta colarse sigilosamente en una casa pero resbala con un patito de goma. El dueño lo pilla y parece muy enfadado, pero al final sólo le dice, con aire derrotado, "¿Por qué me robas?".
Yago hizo una tira muy chula. Era una tira sin diálogos, en la que sólo se escuchaban los sonidos que producía un hombre al freír algo en una sartén, de pronto le llaman a la puerta, abre y aparece un hombre que le dispara. En la siguiente viñeta se ve al mismo hombre durmiendo, y se despierta gritando (todo ha sido un sueño). Yago fue el único que empleó colores en las onomatopeyas. Es un creador bastante experimental (se lanza a todo lo que les propongo) y combina un dibujo simple pero eficaz con unas historias graciosas.
Carla eligió el tema del acoso escolar para hacer una tira con onomatopeyas violentas...
Paula, en vez de una tira, prefirió hacer dibujos sueltos para experimentar con las onomatopeyas.
No hice más fotos de los dibujos del resto, pero cada uno se inventó algo distinto y aplicó algunas de las técnicas que había explicado. La verdad es que muchos de mis alumnos están empezando a hacer tiras que funcionan, ya saben narrar bastante bien y se defienden con el dibujo (cada uno con su estilo). Creo que podrían publicar en una revista o periódico. Por eso quiero proponerles, dentro de unas semanitas, hacer un fanzine para que vean su progreso reflejado en un libro impreso.
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