lunes, 15 de agosto de 2016

Primera semana en Japón

Llevo ya una semana en Japón y tengo la sensación de que ha sido mucho más. Los días aquí son muy intensos - no es que lleve un ritmo de vida muy agitado, muchos días sólo salgo de casa para ir al supermercado (suupaamaaketto)... pero es que yo flipo con cualquier cosa de aquí, incluso con un supermercado!

No quería extenderme mucho en esta entrada, aunque tengo muchísimas cosas que contar; pero he preferido sintetizar mi experiencia en un vídeo que grabé viajando en coche de Iwamura a Tajimi, y viceversa. En el vídeo hablo con Hiroyo, mi anfitriona, sobre distintos aspectos de la cultura japonesa. Creo que tiene más gracia que veáis a una nipona hablando de su país que os lo cuenta una gaijin (extranjera) como yo. Por cierto, hay algo de ruido de fondo en el vídeo, así que recomiendo escucharlo con cascos (no está subtitulado, la mayor parte de la conversación es en español).



Japón es totalmente distinto a España, es como irse a otro planeta. Los primeros días estaba muy desubicada, pero ya empiezo a acostumbrarme al modo de vida nipón: levantarse a las cinco-seis de la mañana, desayunar sopa de miso y arroz, saludar con reverencias, quitarse los zapatos al entrar en casa y al ir al baño, que el váter tenga más funciones que un ordenador...




El paisaje de Iwamura es precioso: casitas de madera y arrozales. Por lo visto, está considerado como el mejor paisaje de Japón. No se parece nada a la imagen que tenía de las grandes ciudades llenas de neones y multitudes, pero se vive bien aquí. Es, en algunos aspectos, parecido a la vida en los pueblos españoles. También hacen fiestas en verano, con fuegos artificiales (hanabi). Ayer estuve en una barbacoa familiar (yakiniku) y se estaba la mar de a gusto...




Hablando de comida, este es nuestro desayuno, que en japonés se dice asagohan (literalmente, 'arroz de la mañana'). El nombre le va que ni pintado, porque consiste en sopa de miso, arroz blanco, té verde, y lo que haya: el día de la foto comimos tortilla francesa o tamagoyaki y unas judías de soja que, aunque parecen olivas, son dulces. Al principio me chocaba, pero cuando me llevaba un par de días levantando a las cinco de la mañana, esto me entraba mejor que el colacao! La comida de aquí es muy distinta a la española, e incluso a la comida japonesa que había probado en España. Todo sabe salado, amargo, ácido o picante, hay un montón de variedades de alga, como muchísimo arroz (para ellos es el pan de cada día), el dulce casi no existe... nada es lo que parece, el otro día probé unas ciruelas llamadas umeboshi y esperaba que fueran dulces, como las españolas... pues no! Son la cosa más salada que he comido en mi vida! Kirai!





El váter es pura tecnología japonesa! De momento, sólo he aprendido a usar la cisterna. Y a cambiarme de zapatillas para entrar al cuarto de baño. En Japón, la ducha y el váter están en cuartos distintos. Por lo visto, el váter les parece algo súper sucio y hasta se cambian de zapatillas para entrar al cuarto de baño. Pero no tiene nada que ver con que el baño esté limpio o no, creo que es algo cultural. Quizá por eso los váteres son tan sofisticados... por cierto, en España solemos reírnos de que coman tanto arroz diciendo que deben de ir estreñidos todo el día. A mí todavía no me ha pasado eso. Más bien lo contrario...




Mi anfitriona, Hiroyo, está haciendo la tesis doctoral en Bellas Artes a sus 54 años. Mi misión aquí es corregir sus textos, aunque su español es tan malo que a veces siento que estoy traduciendo, más que corrigiendo. Me enseña muchas cosas sobre la cultura japonesa y el idioma, de hecho, la tengo frita de tantas preguntas que le hago. Por ahora he aprendido a presentarme, dar las gracias, pedir agua y otras expresiones cotidianas. Sé hacer frases muy sencillas y hablar un poco de lenguaje formal e informal. Parece mentira que hace un mes estuviera estudiando hiragana y katakana, en una semana aquí he aprendido muchísimo. Pero es que lo necesito para sobrevivir. Por aquí hablan poco inglés y la única que habla español es Hiroyo. Tengo que estudiar más... mi objetivo es poder ir sola a Kyoto para visitar el museo del manga.

Iré contando más cosas conforme pasen los días. Echo mucho de menos España. Japón no es como me lo imaginaba, pero estoy aprendiendo mucho.





2 comentarios:

  1. Te sigo teniendo envidia.

    ¿Pudiste comerte una umeboshi? Las que venden en España son super ácidas.

    El tema del dulce. Según los rumores ellos no usan azúcar para cocinar como los restaurantes japoneses de España según dicen ese dulzor que tienen los alimentos vienen de la tierra.

    Disfruta!!!

    ResponderEliminar
  2. Sí, me comí un poquito de umeboshi, no me gustan nada... por aquí no tienen mucho dulzor, que digamos ;) cuando vuelva a España voy a atiborrarme de chocolate!

    ResponderEliminar