Yo llevaba un tiempo acariciando la idea de hacer un cómic colectivo, cuyos personajes, guión y dibujo estuvieran hechos entre todos; y no lo había querido plantear a mis alumnos porque los veía muy verdes y porque nuestras clases duran sólo una hora. Pero Dani, el coordinador del Laboratorio, nos dio la oportunidad de hacer una exposición con los trabajos hechos en el taller, y les pregunté a los chicos que qué querían hacer para la expo. Y, sorprendentemente, uno de ellos (Alexander, si no recuerdo mal), propuso hacer un cómic entre todos. Y les gustó la idea, así que nos pusimos manos a la obra!
Dedicamos una sesión a diseñar los personajes. Para ello, recurrimos a un sistema basado en el azar: cada uno escribía tres características (una física, una psicológica y una acción) en tres papelitos distintos. Después barajábamos los papelitos y repartíamos uno de cada tipo a cada uno. Con las tres características que nos habían tocado, teníamos que inventarnos un personaje. Tengo que reconocer que salieron unos bichos bastante bizarros, con tendencia a cagarse y a la doble personalidad. Había un gato, dos zorros, una chica-gato, un pájaro con mala leche, un monigote cagón, un ogro dormilón, una niña-vieja y una vieja con un calcetín en la mano. Aquí tenéis un resumen del elenco de personajes:
Dios los cría y ellos se juntan...
Mi personaje era un zorro azul adicto al té que tenía doble personalidad: de normal era muy simpático y un cultureta, pero cuando le faltaba el té se volvía loco.
El personaje de Paula era una chica-gato a la que le gustaba dormir y fantasear con tíos buenorros...
Hacer el guión fue mucho más difícil. Creo que nos costó tres clases. Queríamos una historia que tuviera una presentación, un nudo y un desenlace, y en la que aparecieran todos los personajes. El problema era que los personajes eran muy dispares y los chicos no sabían muy bien cómo hacerlo. Pero a base de darle vueltas y vueltas y apuntar todo lo que se nos ocurría en la pizarra, fuimos descartando cosas e hilando situaciones y llegamos a elaborar un guión.
La verdad es que conseguimos que hubiera de todo. La historia comienza con un poco de misterio, cuando los personajes llegan al albergue regentado por la vieja del calcetín en una noche de tormenta. El zorro azul la lía porque no hay té. A la mañana siguiente, ha desaparecido y los personajes exploran la casa en su busca. El monigote se encuentra a la vieja hablando con el calcetín, y empieza a sospechar que la vieja le ha hecho algo malo al zorro. Pero la zorra voladora lo encuentra en la despensa, agotado por el "mono", y le ayuda a conseguir té. Le intenta hacer volar y saltan desde un altillo, cayendo el zorro por un agujero que se abre en el suelo. Es la primera de una serie de trampas que van a encontrar en la mansión. En la siguiente escena, aparecen el zorro y el gato en una habitación dividida por un cristal. Cada uno tiene lo que el otro quiere (el zorro tiene una calculadora y el gato, unas tazas de té), y se pelean por conseguirlo. El zorro, loco perdido, le da un puñetazo a la calculadora, pulsando casualmente las teclas que abren las compuertas del suelo, y vuelven a caer. Ahora, todos los personajes aparecen en una sala oscura y los dormilones se quedan dormidos. La vieja-joven propone darles el té para despertarlos. Con lo que el zorro se vuelve a enfadar y a dar saltos por toda la sala, haciendo sonar una alarma y activando otra trampa. Esta vez, todos caen a una lavadora gigante que se va llenando de té. Sí, habéis leído bien, se llena de té. Los personajes, viendo que van a morir, se despiden emocionados. Y cuando parece que van a ahogarse en el té... caen a un plató de televisión. Todo era un montaje: han sido parte de un reality show presentado por el calcetín (el de la vieja). El reality show, por cierto, pertenece a un canal de televisión para prendas de vestir.
Recuerdo las sesiones de guión con cariño, la verdad es que me lo pasé muy bien con ellos. Aunque me encargaba de coordinar el asunto, a su vez estaba poniéndome al nivel de mis alumnos, trabajando con ellos como una más. Casi me muero de la risa cuando Álex propuso lo del reality show presentado por el calcetín (por supuesto, tenía que ser Álex, sólo a él se le ocurren esas cosas). La historia comienza imitando el género de acción y suspense, pero tiene de pronto ese giro de guión al final que le da un toque de gracia.
El siguiente paso (creo que fue una clase más) fue dividir la historia en páginas y repartirnos cuál dibujaba cada uno. Procuramos que las páginas en las que un personaje determinado tenía mucho protagonismo fueran dibujadas por su creador. Para los chicos fue un reto bastante grande tener que dibujar los personajes de los demás, los adaptaron a su estilo, de alguna manera. También les di cierta libertad para desarrollar su página: sabían qué es lo que pasaba, cómo empezaba y cómo terminaba la escena; pero entre medias podían desarrollarla como quisieran. Así podían mostrar no sólo su estilo de dibujo sino su capacidad de narrar. Acordamos hacerlo simplemente a línea y entintado, por una cuestión de tiempo, y porque no se sentían muy seguros con el color. Y esto es lo que salió.
Claudia
Mónica
Yo
No he podido escanear la de Alexander, que es un despistado y en vez de dejármela, se la llevó a casa. Pero dibujó la escena en la que el monigote encuentra a la vieja hablando con el calcetín.
Yago
Carla
Paula
Ainhoa
Álex
Nueve dibujantes, nueve páginas y nueve personajes en un guión alocado y absurdo. Me parece interesante verlo ahora de nuevo, comparar la manera de narrar que tiene cada uno (Yago, por ejemplo, es super sintético y diseña muy bien las páginas; yo uso mogollón de diálogos, a Ainhoa apenas se le entiende, Mónica es muy detallista...). También me hace gracia cómo los personajes cambian según el estilo de quien los dibuja. Y así reflexionando un poco a posteriori, me aventuro a pensar que este cómic es un reflejo de lo que somos. Mis ocho alumnos y yo somos un puñado de desconocidos que se han embarcado en una aventura, el taller de cómic. Cada es uno de su padre y de su madre, aunque tenemos algunas cosas en común. No me parece una casualidad que mi zorro se lleve tan bien con el personaje de Mónica, con la que me encanta hablar después de clase. Y el personaje de Alexander tenía un carácter bastante histriónico que me recordaba un poco a él mismo, que es bastante independiente. Álex, por su parte, tenía un personaje (el pájaro asesino y cagón), pero le quitó importancia para conseguir que la historia tuviera un final más gracioso, se sacrificó un poco por el beneficio común. Y Claudia, bueno, no voy a compararla con la vieja del calcetín, pero la felicité por haber convertido su debilidad (no le salen bien las manos) en una fortaleza y crear un personaje esperpéntico. Creo que, a pesar de que los personajes se habían construido en base al azar, todos nos acabamos proyectando en ellos. La historia también refleja nuestro sentido del humor; y ese final absurdo es quizá una respuesta a las cosas que no entendemos o que no nos gustan del mundo, porque el mundo es muy absurdo.
Al final, conseguimos terminar el cómic a tiempo para la exposición. Yago, Paula y Claudia se quedaron conmigo a montar después de clase. Aproveché para conocerlos un poco mejor, ya que en clase siempre estamos hablando de cómic, y les invité a una Coca-Cola. El sitio donde exponíamos era el centro Animarte, otra casa de juventud más grande y que está muy cerca del Laboratorio. Concretamente, exponíamos en su hall, en unos paneles negros que nos sacaron los monitores. El montaje fue muy sencillo: pusimos cuerdas de tender en los paneles y colgamos los dibujos con pinzas. Naturalmente, fue idea mía U^_^ ya conocéis mi obsesión por las cuerdas de tender... hicimos una panorámica del curso con los ejercicios más representativos y de los que más dibujos tenía (algunos alumnos no se habían acordado de traerme sus trabajos a tiempo y apenas aparecían en la exposición). También tendimos una cuerda de una punta a otra de la sala y ahí colgamos el cómic colectivo. Esa cuerda, que delimitaba el espacio, estuvo sólo el día de la inauguración, porque el resto de días esa sala está llena de mesas y de niños jugando. Hicimos un buen trabajo en equipo.
Y llegó el día de la inauguración, que fue justo el día siguiente. Yo estaba nerviosa perdida... porque llegaba justa de tiempo... (qué hice ese día? ah, sí, me fui a comer...) y había algunos alumnos que tenían que traerme cosas antes de empezar la presentación. Pero no hubo nadie que llegara a tiempo, realmente, fui la primera y los demás fueron llegando. Para mi desilusión, no vinieron todos: uno de los alumnos estaba de viaje (pero no me había dicho nada) y otra, sencillamente, se olvidó. La mayoría de los que vinieron pudieron traer a sus padres, eso estuvo muy bien.
Cuando ya había bastante gente en la sala (se nos sumaron algunos curiosos que andaban por el centro Animarte en ese momento), hice la presentación de la exposición y los alumnos me ayudaron, cada uno explicó un ejercicio a los padres. Eso estuvo muy bien porque daba la sensación de que la expo era una cosa colectiva (no sólo una clase dirigida por mí). Luego me quedé charlando con los padres, felicitándoles por sus hijos, etc... como notaba que mis chicos no se apreciaban todo lo que deberían, pensaba que tal vez esa inseguridad les venía de que sus padres no les apreciaban sus cualidades, pero vi que los padres estaban muy al corriente del talento de sus chicos y les apoyaban. Me llevé alguna sorpresa muy agradable, me enteré de que Yago quería estudiar Diseño y que Mónica quería ser profe de Historia del Arte (en parte inspirada por mí, según me dijo la madre mientras la hija ponía cara de vergüenza). Y la madre de Álex era una rockera y tenía tan buen sentido del humor como su hijo.
De izquierda a derecha: Carla, Yago, Claudia, yo, Paula, Álex y Mónica.
Vaya cara de satisfacción que tengo :)
Me costó mucho despedirme de ellos... sólo fui capaz de recomendarles que leyeran el manual Hacer cómics de Scott McCloud y de desearles mucha suerte en sus cómics futuros. La verdad es que, como son un poco tímidos en cuanto a expresar sentimientos se refiere, no pude mostrarles todo el cariño que realmente les había cogido. Pero si alguno está leyendo esta entrada, me gustaría que supiera que me ha gustado mucho estar con ellos este curso, que he aprendido de ellos tanto o más que ellos de mí... y que ayudándoles me he ayudado a mí misma, creo. Que me he reído mucho con ellos, que tienen mucho talento y espero que aprovechen todo lo que han aprendido conmigo para hacer unos pedazo de cómics...
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