Desde pequeña me han gustado las historias de vampiros: empecé con las novelas del Pequeño vampiro (Angela Sommer-Bodenburg) y de adolescente me fascinaron las novelas de Crepúsculo...Ja! Que os lo habéis creído. Las que me fascinaron fueron las de Anne Rice, no las otras, que son muy comerciales y tóxicas. Recomiendo leer Crónicas vampíricas a todo el mundo al que le gusten las historias de vampiros. Están muy bien escritas. También recomiendo la película de vampiros Solo los amantes sobreviven, de Jim Jarmush, de la cual escribí una reseña en 2014. Hacen un equilibrio muy bueno entre el lado monstruoso y el lado humano de los vampiros.
Al final del verano visité una exposición del Caixaforum de Madrid sobre vampiros. Me dejó tan impresionada que despertó en mí una fascinación renovada por estos seres fantásticos, mortales y sexys. Buscando inspiración, empecé a ver la serie True Blood, una saga de aventuras protagonizada por una chica con poderes telepáticos que no para de meterse en líos y ligar. Me enganché, tiene personajes muy guays, me gusta cómo tratan el tema vampírico con gran detalle y también tiene mucho elemento sobrenatural... pero lo acabé dejando en la temporada quinta porque se me hacía un poco repetitivo. Me gustó mucho más el enfoque humorístico de la película Lo que hacemos en las sombras, de Taika Waititi, que nos relata las anécdotas de la vida cotidiana de un grupo de vampiros que viven juntos en una mansión de Nueva Zelanda. La película mezclaba toda la fantasía vampírica -espejos que no reflejan, vuelos, transformaciones, sangre...- con elementos cotidianos como las tareas domésticas o salir de fiesta, creando escenas delirantes.
Hoy os traigo una reseña de cómic que va en esa línea precisamente, la de abordar estos personajes desde lo cotidiano. Colmillos es una novela gráfica de Sarah Andersen que narra una historia de amor entre una vampiresa y un hombre lobo. Esta autora estadounidense se ha hecho muy famosa por su tira cómica Sarah's Scribbles en la que dibuja sucesos graciosos de su vida cotidiana, tratando temas como hacerse adulta, la relación de pareja, tener la regla o tener mascotas. Quienes la conozcáis estaréis familiarizades con su estilo de dibujo caricaturesco y su narrativa breve, adaptada a las tiras cómicas. Este cómic también está narrado como una sucesión de tiras cómicas, pero presenta un estilo gráfico distinto. ¡Me ha sorprendido gratamente ver lo bien que dibuja Sarah Andersen! Es la prueba viviente de que hacer un dibujo caricaturesco no quita que seas capaz de hacer un dibujo estilizado. Así como en las tiras de Sarah's Scribbles se representa a sí misma de manera grotesca y humorística, en Colmillos nos presenta a una joven pareja chico-chica que son muy guapes y muy cuquis, lo que no quita que les pasen cosas graciosas. La chispa salta la noche en que se conocen, cuando él le confiesa que es un hombre lobo.
A partir de ese momento comienzan a formar una relación muy especial, yo diría que es un romance gótico (en el sentido oscuro de la palabra, no en el sentido histórico). Citas, desayunos, paseos y tardes de peli y manta sazonados con elementos más oscuros como sangre, colmillos, carne cruda, satanismo...
La historia en general tiene un tono dulce a la par que siniestro que me ha parecido muy cuqui. Es decir, ambos personajes tienen un lado monstruoso pero se presenta de manera amable: ella ha matado a discreción en el pasado para alimentarse, pero ahora es "vegana" y toma sangre de los bancos de sangre. Él se transforma en lobo con la luna llena, pero se trata de un lobo juguetón que persigue ardillas y destroza almohadas, y después se tumba a dormir junto a su pareja. Me ha gustado que presente el romance de una manera cotidiana, no idealizada, y que siempre te saque una sonrisa. La vampiresa y el hombre lobo se sienten como un par de raritos, frikis, que han de ocultar su identidad y a quienes les cuesta confiar en la gente. Encajan muy bien porque ambos tienen aspectos monstruosos que aceptan mutuamente, no tienen que avergonzarse de ser lo que son. Y lo que les hace diferentes hace que a su pareja le gusten más. La verdad es que es una metáfora muy bonita de lo que es poder ser une misme con tu pareja, tener una relación respetuosa en la que una parte no intenta cambiar a la otra y ambas se ayudan a aceptar sus "defectos" o "rarezas".
Os dejo con un vídeo en el que Sarah Andersen habla del cómic, de su proceso creativo y también da consejos a artistas:
Así que ya sabéis... si os apetece leer una historia de amor con un enfoque distinto... dejaos seducir por esta pareja... seguro que os sacará una sonrisa :) podéis comprarlo en las librerías (en España lo ha editado Bridge) y también en la web Tapas.
No quiero despedirme sin mencionar que yo también he creado a un pequeño vampiro en estos últimos meses, se trata de uno de mis personajes drag king. Este vampiro se dedica a la prostitución y le pasan todo tipo de cosas en su trabajo. Si queréis conocerlo un poquito mejor, pasaos por mis cuentas de drag king de Facebook (Neo Fénix) e Instagram (@neo_fenix_dragking).
Hoy he visto una película americana de cambio de sexo, llamada Willy Milly de 1986, y que está basada en la novela homónima de Alan H. Friedman. También se la conoce por los nombres "Something special" y "I was a teenage boy". La conocí a través del libro Masculinidad femenina, de Judith / Jack Halberstam. La verdad es que, en algunas webs en las que he visto información sobre ella, la anuncian como "la primera película de adolescentes trans" y me parece irónico, porque la mirada que dirige la historia dista bastante de reivindicar lo trans. Se trata de una comedia norteamericana hecha para que el público cishetero pueda verla un sábado por la tarde sin que tiemblen los cimientos de su sistema sexo-género.
Trailer de la película
Milly era un chicazo...
Nuestra heroína se llama Milly y es una chica adolescente bastante masculina, lleva media melena, pantalones y le gusta mirar las estrellas y eclipses desde el tejado con su telescopio. Se siente incómoda con los roles de género femeninos, por ejemplo cuando ha de ponerse vestido y maquillarse para ir a una fiesta con su amiga Stephanie. Me sentí muy identificada con el momento en el que su madre les echa una foto para recordar ese momento en el que su hija se ha disfrazado de princesita. A Milly no le gusta que su madre le presione para ser más femenina y retomar el ballet, ni que su padre solo le deje salir hasta las diez. Cree que los chicos lo tienen más fácil que las mujeres en la vida, tienen más libertad y se los respeta más (efectivamente, se llama patriarcado).
Aquí viene la parte de magia: en un eclipse solar, Milly hace un conjuro para conseguir su deseo más profundo. Y, a la mañana siguiente, se despierta con algo nuevo entre las piernas. En la escena en la que sus padres la llevan al médico, la médica les explica que su hija tiene ambos sexos. La imagen que se me ha venido a la mente es la del hermafrodita. Aunque en esta historia no se considera la posibilidad de la intersexualidad: cuando la madre pregunta a los doctores qué hacer, la médica le responde que tendrá que elegir. Y Milly hace esta pregunta valiente: "¿puedo ser ambas cosas?". Respuesta del padre: "en esta casa no habrá tonos de gris". Las cosas claras, o eres una chica y eres femenina y te gustan los chicos, o eres un chico, eres masculino y te gustan las chicas. Solo pueden existir dos sexos. Ese binarismo de sexo y de género unido a la heterosexualidad obligatoria es la base que rige la película, y como iremos viendo, el guión se las apaña para rechazar cualquier intento de atacar los cimientos del patriarcado por parte de Milly.
Rituales de masculinidad
He visto tantas veces en la televisión las historias mainstream de cómo hombres y mujeres llegan a asumir los roles de género para convertirse en engranajes funcionales de nuestra sociedad que esta parte me ha dado un poco de risa. Pasado el disgusto inicial, los padres deciden apoyar el cambio de Milly a Willy - resulta que el padre siempre había querido tener un hijo, y la madre hace todo lo que el padre dice, porque él es el que manda en la casa. La película reproduce los estereotipos de género uno tras otro: adiós muñecas y vestidos de ballet, hola pósters de naves espaciales y funda nórdica de equipos de deporte. Sus tareas de casa cambian: ya no tiene que fregar los platos, ahora le toca sacar la basura. Hasta le dan el típico reloj heredado de padre a hijo - que digo yo, también lo podría haber usado como chica... pero bueno...
Reconozco que ha habido algunas partes de esta masculinización con las que me he enternecido e identificado, como cuando Willy le dice a su amiga que siente que hay una parte de sí misma que nunca había visto. O el montaje a ritmo de blues en el que se viste con prendas "masculinas", como pantalones largos, una cazadora azul y unos calzoncillos. Cuando aparece en la cocina vestido de chico, con su nuevo corte de pelo, y su padre le dice "buenos días, hijo", " Willy sonríe de oreja a oreja. Es una sensación maravillosa cuando otras personas ven la parte de ti que ha estado escondida tanto tiempo.
Sin embargo, hay otras partes de su proceso de masculinización que me han dado bastante grima, y hasta risa. La familia cambia a Willy de instituto, para que pueda empezar de cero como chico, sin dar explicaciones a nadie sobre el cambio de género y sexo; y éste se junta con los "pringados" del instituto. Una panda de chicos majos, un poco tontos, bastante normales. El chico con el que mejor se va a llevar es Alfie, que tiene una lesión y va en una silla de ruedas con motor. Quedaos con el nombre de Alfie. El caso es que el primer día de clase, Willy hace amigos y enemigos, porque tiene un encontronazo con el matón del instituto y sus secuaces. Hasta ahora, nadie le había pegado, porque "está feo pegar a una chica", pero al entrar en el mundo de los hombres, se encuentra con la violencia y las luchas de poder. Cuando llega a casa con la oreja vendada, a su padre se le sube la testosterona a la cabeza y empieza un ritual para convertirlo en un hombre. Se lo lleva al garaje y le dice: ser un hombre es agresividad, independencia y superioridad. Mientras le ata los guantes de boxeo, le dice que no le llame "papi", sino "pop" (sería una expresión más guay, no sé cómo traducirlo) y le sube la paga. ¡Toma ya! Qué pronto ha vivido Willy/Milly la brecha salarial. Y también aprende que no debe pedir perdón, porque "ser educado es un signo de debilidad". Así que Willy tiene que aprender a decir palabrotas y ser un tipo duro. Las escenas en las que Stephanie le ayuda a intimidar a su enemigo con palabras, y va hablando solo por ahí, me han recordado a Taxy Driver, con Robert de Niro hablando delante del espejo. Yo misma hice algo parecido, una de las primeras veces que me travestí, me puse a la defensiva como si se estuvieran metiendo conmigo. ¿Con quién hablan los hombres cuando están solos delante del espejo? ¿De qué o de quién se defienden? Parece que es algo muy interiorizado sobre la masculinidad, ser un chulito y un descarado con los demás, especialmente con las mujeres. Willy se encara con una mujer que casi lo atropella en un paso de cebra, y más tarde lo vemos piropear a una mujer por la calle. Pero no os hagáis ilusiones, que la atracción por las mujeres queda fuera de su alcance. En unos días vemos a Willy convertido en un adolescente rabioso, gritando por la casa y pegando leches a los sofás y las paredes. Yo me preguntaría qué le pasa, por qué está tan enfadado, al margen de que sea chico o chica. Pero el padre se encarga de tranquilizar a la madre. Lo que habría sido preocupante en una niña, está bien visto en un niño.
La violencia del mundo de los hombres me ha sorprendido bastante, llega a ocupar gran parte de su vida como chico: tanto entrenarse para saber defenderse, como todas las peleas que tiene con los matones y las tareas que estos les mandan hacer, hasta que llega un punto en el que Willy no puede más y dice "¡no me he convertido en chico para ser un gallina!"
Padres
Los padres de Willy/Milly son muy curiosos. La madre es la típica ama de casa sumisa, aunque tiene sus toques de humor y sus momentos de enfrentarse a su marido. Primero se dedica a intentar convertir a su hija en una mujer. Luego, cuando adquiere un nuevo sexo, rechaza la idea de pleno y discute con su marido: "la idea de que ella sea un hombre es ridícula". A lo que él contesta "yo soy un hombre, ¿acaso soy ridículo?". La cámara permanece fija en el primer plano del marido, pero por la cara que pone, puedo adivinar que su mujer piensa que lo es. Más tarde, cuando el padre está intentando enseñar a Willy a ser violento, ella lo intenta detener y se interpone entre ambos: "¿devolver el golpe? ¡Jamás! ¡No quiero que ella se pelee con chicos!" (aquí todavía está aceptando el cambio de género). Cuando Willy grita que no quiere pegarse con nadie, y añade "los chicos son animales y yo no me quiero convertir en uno", la madre mira hacia arriba y dice "gracias, por Dios".
El padre es el que se lleva la palma, su masculinidad es caricaturesca. Cuando intenta convencer a su mujer de que tengan un hijo, se la lleva en brazos a la cama. En varias ocasiones lo vemos desautorizar a su mujer, haciendo ver que lo que ha dicho ella es ridículo o que es una ignorante: cuando Willy está rabioso perdido por la casa, y la madre le dice "lo estás convirtiendo en un drugstore hooligan" (un tipo de gamberro), él le contesta que ahora no se llaman así, sino computer hooligans, y que ella no tiene ni idea de nada, y se ríe. Y con eso corta la discusión.
Habría sido interesante conocer un poco más cómo es la relación con sus padres y cómo cambia la relación con su madre. Vemos mucho al padre, la madre está más en segundo plano. Quizá el autor refleja en la historia su relación con su padre.
El amor
Pronto aparece una nueva preocupación en la vida de Willy: el interés sexual. Por un lado, sus amigos comparten revistas porno, hablan de sexo y de enrollarse con chicas, y él hace como que le gustan las chicas, aunque se ve que se lo está inventando todo. Le enseñan su guarida y sus trucos para acercarse las a chicas. Le cuentan sus problemas para entender a las chicas. Y Willy les lleva la contraria alguna vez, en lo que respecta a sus concepciones sobre las mujeres. Por ejemplo, cuando dicen que, una vez has pasado la noche con una chica y vais a tener intimidad, que queda mal decirle que te apetece acostarte con ella. En ese momento se inventa una mentira y dice que se ha acostado con muchas mujeres para justificar sus conocimientos en materia femenina. Y también para jugar la carta del "fucker" y hacerse el guay con sus amigos. Pero como aún no ha tenido relaciones, ese tema le va un poco grande, y no puede hacer el papel del chico feminista que enseña a sus amigos a relacionarse de manera igualitaria con las mujeres (que habría sido un puntazo).
¿Y con quién quiere tener relaciones Willy? Lo cierto es que la película se las apaña para alejar todo atisbo de homosexualidad del guión. Por un lado, la hermana del matón está interesada en Willy, y no para de tirarle la caña hasta que consigue tener una cita con él. A Willy no se lo ve nada interesado en ella, pero accede, supongo que porque tanto sus padres le empujan a hacerlo -cuando la madre le anima a que se fije en las mujeres - como sus amigos - venga, tío, tienes que follártela, es la hembra alfa del instituto. Disfruta de los gestos como pedirle salir "hey nena, quieres salir conmigo?" o abrirle la puerta del coche para que salga. Pero a la hora de la intimidad física, se echa atrás. Cuando la chica se intenta enrollar con él, Willy la frena y le dice que no puede enrollarse con ella sin conocerla mejor. Me ha parecido un detalle muy tierno. Willy no ha crecido objetualizando a las mujeres y valorándolas solo por su físico, le interesa el interior. Pero en el caso de la chica, parece que no es muy interesante. Willy evita besarse con ella, y también evita el acercamiento de su amiga Stephanie, que de repente se siente atraída cuando cambia de sexo (eso me pareció muy curioso...). Y con la que, por cierto, se porta como un imbécil. Antes eran super amigas, y desde que se convierte en chico, a ella le empieza a gustar él, y él se muestra frío con ella y la trata mal delante de sus amigos. Parece que chicos y chicas no puedan ser amigos. En cualquier caso, habría sido interesante explorar las relaciones con mujeres, ya que habría conectado con el deseo lésbico y particularmente la identidad butch. Pero no está en los planes de quien escribió la historia.
La historia ha dispuesto que Milly realmente es una mujer que quiere jugar a ser un hombre para liberarse un rato, pero que luego volverá al redil. Y el señuelo para que vuelva a su lugar es Alfie, el chico que va en silla de ruedas, que se ha convertido en su mejor amigo. Os cuento brevemente cómo va la cosa entre ellos. Desde que se conocen, tienen una buena conexión: hablan de no entender a las mujeres, Willy le pregunta cuál es su tipo de mujer, le enseña su revista porno... luego le cuenta que podría recuperar la movilidad de las piernas yendo a terapia, pero que le da miedo intentarlo y que no funcione; se acaban insultando (?) pero Willy le defiende delante de los insultos del matón. Luego, cuando Alfie le está enseñando su guarida, escenifica con él lo que hace con las chicas, y le pide a Willy que haga de chica. Willy aprovecha para tirarle la caña. y decirle que es un tío muy majo. Como los tíos no se pueden dar muestras de afecto entre ellos, necesita estar haciendo de mujer para decirle "you're a really nice guy" (eres un chico encantador). Luego tienen una escena muy graciosa en la que Alfie lo va a buscar a casa, y no puede subir porque hay escaleras, pero Willy se lo lleva a corderetas y consigue subirlo. Creo que es en ese momento de contacto físico, en el que Willy acaba sentado en el regazo de Alfie, cuando éste se da cuenta de que le gusta y se empieza a rallar. Pero la película no nos va a mostrar un desenlace romántico gay. No. Lo que va a pasar es que Alfie se intenta distanciar de Willy, huyendo de esa atracción (dice que tiene deseos "contra natura") y que Willy le acabará confesando que antes era una chica.
Me recuerda a otras películas como Víctor Victoria, Yentl o Ich will kein Mann sein. Los chicos por los que las protagonistas acaban renunciando a su masculinidad... se enamoran de ellas - o de su versión masculina - porque, en el fondo, las protas son chicas. Sus amados no son gays ni bis, no sienten atracción por otros hombres. Solo por ellas. Y son los que las desenmascaran.
Y esta historia podría haber tenido un final distinto, en el que Willy le dice: sí, yo antes era una chica, ahora soy un chico, y quiero seguir siéndolo, pero me gustas, intentémoslo. Y que, cuando les dan una lección a los chulitos de instituto para vengarse por todo lo que les han hecho, Willy le plante un beso en los morros a Alfie delante de todo el mundo.
O que le diga: "mira, estoy experimentando con mi género, antes era una chica, ahora soy un chico, no sé qué seré mañana, la identidad es fluida."
O incluso: "oye, conozco a un chico que vende unos conjuros para cambiar de sexo, ¿no te apetece explorar tu lado femenino?
Pero la comedia romántica cishetero habría habría dejado de ser cishetero.
Vuelta a la normalidad
Willy vuelve a ser Milly gracias a una magia muy parecida a la que le convirtió en hombre. Al final de la película, la vemos aparecer en el baile, junto con su amiga Stephanie, vestida con zapatos, pantalones, camiseta de tirantes, pendientes, maquillaje y su pelo corto. Ambas se acercan a los amigos de Willy (que ahora se presenta como Milly). Milly y Alfie se van andando juntos y Alfie le pide salir. En las historias, suele haber una transformación del personaje en la que acaba aprendiendo algo. Y yo me pregunto.... ¿qué ha aprendido Willy / Milly? Después de todo lo que ha experimentado como hombre... ¿vuelve a su situación inicial por amor? Me viene muy al pelo la frase de Judith/Jack Halberstam, en su capítulo dedicado a las "Butches en el cine": "La mayoría de películas que incluyen a mujeres vestidas de hombre son intentos de reconciliar a la mujer masculina con su papel en la sociedad". La película parece decirnos que, al final, Milly aprende que tiene que ser una mujer para poder estar con un hombre.
Cuerpos híbridos
He echado en falta que la historia hiciera más hincapié en la relación de Milly/Willy con su cuerpo. Es muy inocente en ese sentido, supongo que, en parte, porque se trata de una película para todos los públicos. Willy desea ser un chico, a la mañana siguiente tiene pene, los médicos dicen que tiene ambos sexos, y ya no se vuelve a hablar del tema. Solo vemos a Willy interactuar con sus genitales cuando va al baño (primero se equivoca y se mete en el de mujeres, luego va al de hombres y se pone a mear con chulería entre dos maromos). A mí no me ha quedado muy claro si es que su cuerpo se ha transformado mágicamente en cuerpo de chico (sin tetas, sin caderas) o es que simplemente a lo que tenía se le ha añadido un pene.
Si fuera el primer caso, y su cuerpo se hubiera transformado en un cuerpo masculino por arte de magia... habría sido interesante explorar un poco más su relación con su nuevo cuerpo. Vemos a Willy entrenar duro, Stephanie dice que le ha cambiado el olor... pero eso es todo. Si no fuera una peli que tuviera que ser apta para menores de edad, habría sido muy interesante ver cómo se siente Willy con su nuevo pene. Con todo lo que representa el pene en nuestra sociedad. Quizá el problema no sea solo el límite de edad, sino lo que tiene de "peligroso". Una mujer que haya experimentado tener pene podría cogerle el gustillo y cuestionarse las relaciones sexuales heterosexuales o su propio cuerpo... Por ejemplo, si la noche en la que Stephanie se queda a dormir con él lo hubieran hecho (cosa que a los padres no les habría parecido tan mal, siempre que usara protección), podría haber accedido a una liberación sexual mucho mayor de la que le estaría permitida como chica.
Me atrae más la idea, sin embargo, de que Willy/Milly no se hubiera transformado del todo, y que conservara su vagina, sus pechos y sus caderas. Fijaos qué diferente podría haber sido la historia. Habría podido acercarse más a la realidad de los chicos trans: como nos muestran las películas "3 Generaciones" o "Los chicos no lloran", en las que vemos a los protagonistas vendarse el pecho, hormonarse, usar dildos... y vemos también la disforia de género. Es cierto que son dramas, no comedias, pero esas narraciones sí que profundizan en los sentimientos de las personas trans, y profundizan en la relación con el cuerpo, porque es el territorio donde más intervienen las leyes sociales sobre los géneros. Esa es mi opinión. Los cuerpos trans cruzan las fronteras del género, cuestionan el binarismo, y cuestionan la relación entre el sexo y el género. Pero en la historia que nos ocupa hoy, todo se resume en los genitales. Ya se ve en los carteles de la película: una chica mirando dentro de sus pantalones con cara de sorpresa. El cartel nos dice que los genitales son lo más importante, lo que representa y valida su cambio, pero que se va a tratar como algo anecdótico, sin profundizar, solo para el momento de la sorpresa.
En resumen: hay que tener en cuenta el contexto, el año en el que se produjo, que es una comedia, blablabla... Pero como decía al comienzo del artículo, no parece que la historia haya sido escrita desde una perspectiva trans. Milly no está a disgusto con su cuerpo (no quiero decir que todas las personas trans tengan disforia de género), simplemente quiere probar a ser un chico para vivir con mayor libertad. Y en ese experimento encuentra nuevas maneras de vestir y de actuar, un grupo de amigos y una vía para expresar su ira, pero también encuentra violencia por parte de los matones y la imposición de la heterosexualidad obligatoria. Ante la posibilidad de perder al chico que le gusta, elige volver a su género asignado, y a su cuerpo de mujer. Y los espectadores cisheteros podrán dormir tranquilos. Realmente, creo que esta película habla más de las personas cisheteros que de las trans. Por la manera en la que exagera los roles de género y la rigidez de las relaciones entre géneros. Parece que el título encaja bastante bien con la expresión inglesa willy-nilly, que significa "de manera caótica, a tontas y a locas" y también significa "de manera obligatoria, se quiera o no". Milly se convierte en Willy de manera experimental y trata de cumplir con lo que se espera de un chico normal, pero acaba volviendo al lugar que se espera de ella como mujer.
Hoy quiero dejaros una reseña de un manga autobiográfico de una mujer trans japonesa. La autora, que escribe bajo el seudónimo Chii, nos relata en viñetas las vicisitudes de su transición y cómo llegó a casarse con su marido. El cómic no solo es una lección muy enriquecedora sobre las experiencias y sentimientos de una persona trans, sino que además nos muestra la visión de la sociedad japonesa sobre las relaciones, la familia, el matrimonio y el género.
El cómic me ha sorprendido bastante porque es todo muy rosa... ¡Me explico! No solo porque sea el color asociado con la feminidad, y la autora haga unos dibujos muy cuquis, muy kawaii... sino porque me esperaba que encontrara más dificultades y rechazo del que ha tenido. Efectivamente, la historia de Chii tiene sus momentos de oscuridad, especialmente los previos a su salida del armario, con toda la angustia que le supuso forzarse a encajar en el rol masculino hasta que comenzó a vivir como mujer. El miedo al rechazo de su pareja y su familia. Pero, afortunadamente, tiene un entorno que la apoya y puede llevar a cabo su transición de género. Su viaje por el género se desarrolla de una manera amable y Chii nos lo cuenta con sinceridad y mucha emoción, tanto en los hecho como en la forma de dibujarlos.
Como podéis ver, los dibujos son súper cuquis y expresivos, además de la intensidad con se expresan a veces les japoneses... Pasadas las páginas introductorias en las que Chii nos cuenta cómo conoció a su futuro marido y le contó que era trans, comienza a relatarnos su historia en blanco y negro desde sus primeros encontronazos con el género y la sexualidad en la infancia y adolescencia, sus dudas y su alivio al descubrir el concepto de disforia de género para entender lo que le pasaba.
Uno de los temas que más me ha impactado ha sido el de la legislación japonesa respecto a las personas LGTB+ y todos los trámites que tiene que hacer Chii para poder cambiarse el sexo legalmente. Tener un diagnóstico de disforia de género, hormonarse, operarse los genitales... En unas páginas del cómic, la autora nos explica detalladamente todas las condiciones que estipula la ley japonesa para cambiarse el sexo legal, requisitos que dejan fuera a personas que no quieran o puedan operarse, que no tengan un diagnóstico de disforia de género, que estén casadas o que tengan hijos menores a su cargo. La prohibición para personas casadas se explica porque en Japón todavía no se ha legalizado el matrimonio homosexual, por tanto, si en un matrimonio que en principio estaba formado por un hombre y una mujer, una de las dos personas cambia de sexo, se crearía una situación alegal... En el caso de Chii y su marido, la decisión de operarse no fue para poder cambiarse el sexo legal y casarse, fue una decisión tomada para estar más cómoda consigo misma. Pero en otros casos puede ser más complicado, como nos explica la autora en una serie de páginas:
Me ha sorprendido bastante este punto, aunque ya sabía que Japón es muy moderno para ciertas cosas pero muy tradicional para otras, sin embargo, me ha parecido curioso que en ese aspecto su legislación esté todavía tan atrasada cuando socialmente se ha avanzado más. En Wikipedia he encontrado información reveladora:
El 27 de marzo de 2009 Japón permitió a sus nacionales casarse con parejas extranjeras del mismo sexo en aquellos países donde fuera legal el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Varias prefecturas permiten uniones civiles parecidas al matrimonio, uno de los miembros de la pareja "adopta" al otro, y así forman parte de una unión familiar. Esto les otorga ciertos derechos.
Pero eso, que el gobierno todavía no reconoce esas uniones como matrimonios (ni las uniones que se producen fueran del país descritas en el primer punto).
Igualmente, en España todavía nos queda mucho por avanzar en cuestión legal, a nivel estatal nos regimos por la ley de 2007reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. Según esta ley, para cambiarse el sexo en el DNI todavía se han de cumplir con los requisitos de: ser mayor de 18 años, tener nacionalidad española, tener un diagnóstico de disforia de género y llevar dos años en hormonación (a no ser que por motivos médicos no se pueda seguir un tratamiento hormonal). Esas condiciones fueron un avance en su día ya que eliminaban la necesidad de hacerse una cirugía genital, pero dejan fuera a les menores trans, las personas migrantes y las no binarias y mantienen una visión patologizante de la transexualidad (te tienen que diagnosticar disforia de género). Está bien recordar que en el año 2018 la OMS dejó de considerar la transexualidad como una enfermedad mental. Ahora mismo se están tramitando dos leyes a nivel estatal, una ley LGTBI y una ley específica para las personas trans. En algunas comunidades autónomas hay legislaciones un poco diferentes, por ejemplo, en Aragón, Madrid, Navarra, la Comunidad Valenciana, Murcia, Extremadura, Andalucía y las Islas Baleares no es necesario tener un diagnóstico de disforia de género para hormonarse. El año pasado, el Tribunal Constitucional estableci que las personas trans menores de edad que acreditaran una situación estable de transexualidad y tuvieran suficiente madurez podrían cambiar su sexo registral. Lograr que se deje de considerar una enfermedad ha sido un paso, pero tenemos que seguir luchando para que esas decisiones sobre nuestra identidad no dependan de las condiciones que ponga el Estado, luchando por la autodeterminación, y por la educación en la diversidad afectivo-sexual. Cada persona hace la transición a su manera, hay quien desea cambiar su cuerpo y quien no. En este cómic, por ejemplo, Chii se tomó su tiempo para decidir hacerse la operación de reasignación de sexo, ya que al principio no se sentía a disgusto con sus genitales. Pero era un requisito necesario para poder cambiarse de sexo legalmente y poder casarse. Finalmente viajó a Tailandia y se operó los genitales y también se quitó la nuez y se puso implantes en el pecho. También es posible hacerse esa operación en Japón, aunque le resultó más económico hacerlo en Tailandia.
En resumen, es una historia emocionante, acompañamos a Chii en su viaje por el género, venciendo miedos, descubriéndose, apoyándose en su marido, su familia, sus amistades... es una historia con final feliz, que me sorprendió como decía al principio del artículo porque me esperaba algo más oscuro, en parte porque es la narrativa más habitual en las historias trans, en parte por una proyección de mis propios miedos y ansiedades respecto a este tema. Pero creo que historias como esta son necesarias, al igual que pasa con las orientaciones sexuales no normativas, si solo conocemos historias de rechazo, marginación, soledad, pensamientos suicidas... (que las hay) eso es todo lo que vamos a esperar cuando afrontamos una situación así en la vida real. Necesitamos referentes de historias felices, de personas que logran sus objetivos, que reciben apoyo de su comunidad y que pueden ser ellas mismas y amar libremente, para aprender que son vidas vivibles, y que no tienen por qué suponer un drama tan grande como la sociedad nos hace creer.
Fuentes:
PERSPECTIVAS DE EVOLUCIÓN DE LA PROTECCIÓN LEGAL PARA LAS PERSONAS TRANS* EN ESPAÑA
https://www.elasterisco.es/personas-trans/
El mapa de los derechos trans en España: de la autoafirmación de género al vacío legal
Hoy os traigo una reseña de un cómic sobre diversidad sexual y de género: nada más y nada menos que la autobiografía de une autore de cómics no binarie y asexual. El libro se titula Género queer. Una autobiografía y lo ha dibujado Maia Kobabe, con color de su hermana, Phoebe Kobabe. Se trata de un libro muy sincero, en el que le artiste se desnuda y nos relata su vida, desde la infancia, pasando por la adolescencia hasta la veintena, atravesando dudas, experiencias y sensaciones que le han ido llevando por un largo viaje por el género hasta encontrarse a sí misme y a comprender y validar su orientación sexual. Tanto las identidades no binarias como la orientación asexual son de las menos visibilizadas del colectivo LGTBIAQ+, por ello considero que este es un libro muy necesario, y que ayuda a conocerlas y entenderlas, y puede servir de referente para las personas queer - que tenemos identidades de género y orientaciones que no son cisheteronormativas.
Voy a aprovechar para explicar un poquito sobre diversidad sexual a la par que voy hablando del cómic, por si las personas que me estáis leyendo no estáis familiarizadas con los géneros no binarios y la asexualidad.
Desde pequeñe, Maia sintió que no encajaba en el rol de género femenino. Se crió en un ambiente bastante liberal (padres hippies que le educaron en casa durante unos años, luego fue a una escuela Waldorf), pero aun así se encontraba con situaciones que la descolocaban, en las que se le discriminaba por ser mujer. Con la llegada de la pubertad llegaron cambios a su cuerpo, le vino la regla y le salió pecho, algo con lo que siempre se encontró mal. También empezó a sentirse atraíde por chicos y chicas. Aunque no le interesaba mucho tener sexo con otras personas. La bisexualidad, la transexualidad y la asexualidad no eran muy conocidas, y menos las identidades no binarias, y Maia nos relata sus dudas, con las que llenaba cuadernos, sus pequeños pasos en busca de una expresión de género con la que se siente cómode, como llevar el pelo corto y ropa unisex, y las fases que atravesó durante la adolescencia.
Me siento muy identificada con todas sus dudas y vaivenes. Este último gráfico y la página de la caracola expresan muy bien las dudas que algunas personas tenemos y las resistencias para llegar a aceptar una identidad de género y/o una orientación no normativa. A veces por falta de información, a veces por los prejuicios sociales que llegamos a interiorizar, en forma de homofobia, lesbofobia, bifobia, transfobia interiorizadas... Por suerte le autore encuentra un entorno social que reacciona bien, en general, y le apoya. Hay algunas ilustraciones con las que me he sentido muy identificada y que ponen de manifiesto lo compleja que es la relación con el género y con el deseo:
El dibujo de la balanza es buenísimo. Con el tema de la bisexualidad, le autore se encontró al final de la adolescencia, pero llegar a identificarse como no binarie le llevó bastante tiempo. Y es que las identidades no binarias son mucho menos conocidas en nuestra cultura. Para la cual existen dos géneros, masculino y femenino, y no hay más opciones. Pero en otras culturas no es así, por ejemplo, los nativos americanos tenían la figura de "Dos Espíritus" (una persona con espíritu masculino y femenino que solía tener papel de chamán u otro papel asociado a cualidades espirituales). Las identidades no binarias son un término paraguas en el que caben infinitos géneros que no están en los extremos masculino y femenino y que reflejan diferentes maneras que hay de sentir el género: desde fluir en el género, tener los dos géneros, no tener ninguno, tener un tercer género... Puede resultar complicado de entender a nivel teórico, en un primer momento, pero el cómic lo va relatando de manera muy natural y nos muestra su proceso de descubrimiento.
Le autore aborda su identidad y su orientación desde cómo se siente y cómo se expresa, y creo que es la mejor manera para poder empatizar con elle y comprenderle. Además de verme reflejada en sus dudas, me ha llamado mucho la atención su relación con su cuerpo. En el cómic nos narra lo poco que le gusta tener la regla, sus pesadillas en las que se mancha de sangre en público y no se puede limpiar; las veces que sueña que es un chico y tiene barba y pene... las fantasías sexuales de gays, la manera en la que se masturba, su rechazo de la penetración y el flujo vaginal, el horror de las citologías, su incomodidad con su pecho y la distancia con las relaciones sexuales en general. Me ha parecido uno de los aspectos más fascinantes del cómic. Maia no emplea el término "disforia", que es el malestar que producen ciertas partes del cuerpo a las personas que no se identifican con su género asignado de nacimiento; pero nos habla de cómo odia tener la regla o que sueña con hacerse una mastectomía. Y el descontento con ciertas partes del cuerpo es algo con lo que muchas personas pueden empatizar (¿a quién le gusta todo su cuerpo? ¿quién no tiene alguna parte que le parezca fea o le dé vergüenza enseñar?). Hace años, el término "disforia" era muy lejano y confuso para mí; y sin embargo, me costaba mucho sentirme guapa y querer mi cuerpo, porque había escuchado durante años que estaba gorda, que era fea, que no era "guapa" respecto a los cánones de belleza normativos... y me llevó años y mucho trabajo emocional empezar a quererme. Quizá mi sentimiento de rechazo no era tanto "no me gusta mi cuerpo por ser mujer" (que sería más cercano a le autore) sino "no me gusta mi cuerpo por no ser suficientemente mujer". Son historias diferentes, pero como digo, creo que podemos empatizar en cierta manera con ese rechazo de algunas partes del cuerpo. Me ha fascinado su exploración de la ropa, los calzoncillos, los binders (sujetadores especiales para aplanar el pecho), el paso de un estilo más bien soso y unisex a uno colorido y lleno de flores y frikadas. Es una muestra muy bella de cómo se fue permitiendo experimentar y escoger prendas que le gustaran aunque estuvieran en la sección de chicos... la expresión de género es una categoría diferente a la identidad de género, y no tienen por qué coincidir, pero escogemos ropa y complementos que nos representan de cierta manera y con las que nos sentimos a gusto, y también tiene que ver con cómo queremos que nos lean. Me siento muy identificada con esa exploración de la ropa andrógina y la ropa masculina, que es algo que llevo haciendo toda la vida, y toda la vida me han llamado chicazo y estrafalaria y lo seguiré siendo con mucho orgullo :)
Profundizando un poco en el tema de la identidad no binaria, resulta muy interesante ver cómo Maia va encontrándose poco a poco. Desde las primeras noticias que le llegan sobre personas trans a las conversaciones con personas trans (p.ej. me llamaron la atención las que tuvo con el novio de su hermana, un chico trans; y más tarde con una persona no binaria). Me siento reflejada en su búsqueda de referentes, cómo va conociendo y encontrando maneras de sentir, de nombrarse, de expresarse. Elle no conocía el lenguaje neutro hasta que no tiene profes no binaries y finalmente encuentra la solución de la terminación en "e", y el pronombre con el que se siente cómode. Como podéis ver lo he estado utilizando durante todo el texto para referirme a elle, porque es la manera en la que quiere ser tratade, y no hacerlo sería una falta de respeto. A algunas personas les cuesta mucho entender y utilizar el lenguaje neutro, algunas lo rechazan furiosamente argumentando que el masculino genérico ya engloba a todo el mundo y no hay necesidad de usar fórmulas como "chicos y chicas", "alumnado", "el personal sanitario", "todes", etc... pero en el caso de Maia, le molesta que le llamen "chica" o que se refieran a elle como "ella", y tampoco se identifica con "él". Muchas personas no binarias necesitan el lenguaje neutro para nombrarse. Desde hace un tiempo, estoy en un chat de Telegram de personas no binarias, y uno de los protocolos que tenemos es presentarnos con nuestro nombre y nuestros pronombres. Porque no hay otra manera de saber qué pronombres utiliza una persona mas que preguntándoselo. No se puede adivinar en base a su aspecto, eso equivaldría a asumir su género. Hace tiempo me daba cosa preguntarlo, pero desde que estoy en ese chat me encanta que hablemos así y lo estoy implementando en mis clases. En el taller de cómic que di hace poco en la Casa de Juventud de Torrero me presenté con mis nombres (Sonia y Neo) y mis pronombres (ella, elle y él) y pedí al alumnado que hiciera lo mismo. Y la verdad es que dio buen resultado. Y me hizo mucha ilusión que un alumno me llamara "Neo" :) Como digo creo que es una buena forma de normalizar el tema de la diversidad de género, integrarlo en las presentaciones, acostumbrarnos a preguntar "¿qué pronombres usas?" o ¿"cómo quieres que me dirija a ti?" cuando conocemos a alguien.
También quería dejaros las páginas en las que Maia habla con su tía lesbiana y feminista sobre el género trans y la misoginia. El cómic no se extiende mucho sobre este tema, pero me ha gustado mucho que lo mencionara, porque es algo que me ha rallado muchas veces - hasta qué punto rechazo la identificación con lo femenino por una cuestión de misoginia, por salir del lugar de inferioridad y sumisión en el que el patriarcado nos coloca a las mujeres. Claro que, según esa regla de tres, ¡¡todas las mujeres querríamos ser hombres!! Después de unas viñetas de debate consigo misme, Maia concluye que su distanciamiento con la feminidad va más allá de la necesidad de liberarse de las cadenas del machismo. Se la ve una persona deconstruida, que no asume que por ser chico o chica, una persona tenga que cumplir con unos roles de género determinados. Su sentimiento va más allá de eso. Y ese es el punto donde me encuentro yo también, deconstruyendo los roles de género y las nociones de feminidad y masculinidad (con sus puntos buenos y malos, cuestionando la masculinidad tóxica, revalorizando lo femenino). Y buscando mi lugar, a veces me pregunto: "una vez deconstruyes la masculinidad y la feminidad, ¿qué te queda? Un puñado de cualidades y actividades repartidas en dos columnas, que son complementarias... todo el mundo tiene cualidades femeninas y masculinas... nadie es totalmente femenino ni totalmente masculino... ¿qué soy?..." (y me respondo una cosa distinta cada día).
La parte de la asexualidad ha sido la más nueva para mí, como persona alosexual. Breve explicación: asexual es una orientación más que significa que no se siente atracción sexual o romántica por otras personas. Lo contrario de asexual es alosexual, es decir, persona que siente atracción sexual por otras. Maia se enamora varias veces en la adolescencia y otra vez en la edad adulta, pero decide que no le interesa tener pareja ni tiene tanto deseo de tener relaciones sexuales. Durante el cómic la vemos pasar malos tragos ante personas que quieren salir con ella y a las que rechaza porque no le interesa tener una relación. Le interesa más la amistad. Finalmente encuentra a "la chica Z" con la que encaja super bien, y también disfrutan del sexo, comienzan a entablar una relación, pero la termina dejando porque tiene que resolver las cuestiones referentes a su género. Aunque no comparta su situación, he empatizado mucho con su angustia por no cumplir la sexualidad normal, y preguntarse qué le pasa y creer que está rota o que algo no funciona dentro de ella como debería. Al igual que tenemos una heteronorma, también tenemos una serie de normas sociales en cuanto a las relaciones, Maia ve cómo la sociedad espera que tenga una pareja, que tenga hijos, que tenga deseo sexual por otras personas... y se pregunta dónde encaja elle en todo eso. Yo también me he sentido fuera de la norma muchas veces por tener deseos y necesidades sexuales diferentes de lo que se supone que es "normal". Todas estas situaciones nos llevan a cuestionarnos qué es la sexualidad normal y quién la cumple. El triángulo que os presento debajo muestra la sexualidad como un espectro: en el eje horizontal hay un contínuo de la atracción heterosexual a la homosexual, y también hay un eje vertical que indica la frecuencia y la intensidad de la atracción, en cuyo vértice inferior estarían las personas asexuales... y en medio tenemos toda una escala de grises, donde se encontraría por ejemplo la demisexualidad, que necesita tener una relación emocional con una persona para sentir deseo sexual por ella. Una reivindicación importante de este colectivo es defender que no tienen ninguna enfermedad ni carencia, simplemente una manera diferente de sentir atracción (puede ser romántica, sexual, o ninguna de las dos).
Fuente: wikipedia
En resumen, recomiendo la lectura de este cómic porque es una ventana a la diversidad, y es muy importante tener referentes, no solo de cara a las personas LGTBIAQ+ para reconocerse, sino para el resto de personas, porque lo que no se conoce da miedo y es objeto de rechazo. Yo personalmente tenía una imagen muy limitada de lo trans hasta hace poco: creía que solo había dos opciones (masculino o femenino) y que estas personas estaban 100% seguras de lo que querían, experimentaban disforia de género y querían hormonarse y operarse. Y realmente la realidad es mucho más diversa, no todas las personas trans se hormonan ni se operan, y eso no hace que sean menos válidas, como señala la humorista trans Elsa Ruiz... que es precisamente un referente que me ha abierto mucho la mente y me ha ayudado a comprender mejor las realidades trans (y quizá mi propia relación con el género). En definitiva, Maia Kobabe nos muestra el proceso que le ha llevado a conocerse y la compleja relación entre la identidad, el género, la sexualidad y el deseo. Y le admiro por haber sido capaz de mostrarse de esta manera y convertirse en un referente para muchas personas. Ya lo es para mí.
Podéis conseguir su cómic en librerías, ha sido editado por Astronave en mayo de 2020 con una edición preciosa en tapa dura, y podéis seguir a le autore en Facebook: Maia Kobabe; e Instagram: @redgoldsparks.